Nuestros primeros clientes, fotógrafos de Singapur

El avión procedente de Jakarta en el que volaban nuestros 8 clientes de Singapur aterrizaba en Ambon a las 7 de la mañana. Los recogía Rafiky con tres coches y tras pasar por el hotel para que dejaran su equipaje debían de venir el dive center. El programa era bucear 3 veces al día durante cinco días.

Yo me desperté a las 7 de la mañana listo para guiar a mi primer grupo de buceadores, que venía especialmente interesado en el muck dive y en fotografiar pequeños seres extraños.

Cuando amanecí en nuestro proyecto de dive center me encontré el suelo de la sala común completamente encharcado, el dispensador de agua que Rafiki había traído la tarde anterior tenía una fuga y a demás no había electricidad. Me puse corriendo a calentar agua en nuestra cocina de camping para que cuando llegaran los clientes les pudiéramos ofrecer un cafe.

Llego Ricky, nuestro vecino y ayudante, informando de que el barco había llegado pero que no tenía escalera, así que se fue inmediatamente dándome a entender que él fabricaría una de madera.

El barco que se uso el primer día y los tanques en la playa listos para ser cargados

El barco que se uso el primer día y los tanques en la playa listos para ser cargados

Cuando bajé a la playa y vi el barco no podía imaginar en mi cabeza cómo íbamos a conseguir meter a los 8 clientes, todo el material, los dos guías, el marinero, el capitan y los tres niños que venían a bordo. Se trataba de un speed boat, que es como una cápsula espacial de pasajeros, como un microlet del agua, donde caben 20 personas hacinadas en asientos de fibra de vidrio y que suele viajar a toda velocidad entre islas, nada tiene de parecido a un barco de submarinismo. En este no hay cubierta, por lo que de tomar el solecito uno se olvida, no hay facil acceso ni posible backroll, la típica forma de tirarse al agua equipado hacia atrás, ni por supuesto te puedes poner de pie. Ya teníamos el primer marronazo del viaje y todavía no eran ni las 8 de la mañana.

Maya llegó en el pickup de las bombonas de aire, 33 tanques que teníamos que descargar y cargar en el barco entre Ricky, Ella y yo. A los tanques hay que añadirle los pesos, las cajas de agua, los termos, el té, y en los próximos días todo lo que los de Singapur traigan de equipo.

Eran las 9 de la mañana, teníamos el cuerpo empapado ya en sudor pero el barco estaba cargado y la escalera de madera construida por el padre de Ricky a base de buenas estacas y gran des clavos, artesanía Ambonesa de primera hora.

Nuestro compañero Rafiky, como si de una actividad inconexa se tratara no nos informaba de nada y cuando le llamamos para saber dónde están los clientes que se suponía que iban a llegar a las 9:00 nos dijo que estaba durmiendo en el hotel y él esperándoles.

En este momento me dije: no estas en casa y esto no es logística, es otra cosa, aquí “plan, plan” (tranquilo, tranquilo en Indonesio) que quedan muchos días.

Teníamos un dispensador de agua caliente que inundaba el salón, un barco que parecía un submarino, una escalera de madera hecha con clavos y un compañero con complejo de manager de famosos plantado en la recepción de un hotel.

Le pedimos a Rafiki que mientras esperaba a los clientes consiguiera las cosas que nos faltaban: Un botiquín de primeros auxilios, una bombona de oxigeno 100%, un nuevo dispensador de agua, cafe soluble y unas galletas más. No tuvimos más noticias de él hasta las 13:00, cuando aparecieron los coches en el dive center sin previo aviso y Rafiqui con una bolsita de farmacia en la que llevaba un bote de betadine y un paquetito de algodón.

Le pregunté por el resto de las cosas que le habíamos pedido, por qué no nos había ido contando donde estaban, cuando salían del hotel, que había conseguido, si le faltaba algo y lo mas importante que dónde estaba nuestra comida???… y con una gran sonrisa de buena persona casi rozando la carcajada, con su polo impecable, el pantalón de pinzas y la bolsita de manager de pop stars me dice: “keep the spirit man”. En ese momento me vi de lejos, me imaginé con la cara roja, sudado, cansado y hambriento ante aquel cuadro de colega que me había tocado… me entro la risa a mi también y los dos nos descoronamos un rato.

Los de Singapur entraron por el dive center y fliparon, uno casi se cortó los pies con las baldosas levantadas del suelo, otro entró en el baño y preguntó por la luz, no había, otro iba a abrir un grifo de un lavabo que hay en el salón y estaba roto… se sentaron en el mobiliario de madera estilo colonial y tras un rápido breafing de Maya sobre el plan del día nos fuimos a intentar cumplir las 3 inmersiones del programa a las 14h.

En el grupo de Singapur hay 4 chicas y 4 chicos, todos con unos equipazos impresionantes, los neoprenos a juego con los bcd, cámaras de última genración, todos con sus ordenadores de buceo en la muñeca y cargaditos de todo tipo de accesorios. Entre ellos hablaban en chino, malayo y un inglés muy divicil de entender.

Una vez hacinados en el barco tomamos rumbo al primer muck dive, a pocos minutos en barco de la playa de namalatu, el viaje fue muy duro. El barco lo conducía un niño, que debía de ser el hijo del capitán, que estaba atras pendiente de los motores, nos llevaba dando tales golpes contra las olas que todos iban con las manos en el techo para no atizarse la cabeza, mientras tanto Maya y yo intentábamos preparar los equipos en aquel micro clima de tensión que no nos dejaba movernos ni trabajar. Por fin llegamos al primer dive site con todos los equipos listos en sus bombonas, Maya y yo reventados y con el estómago bacín pero intentando mantener una gran sonrisa.

Cuando llegamos empezaron a hablar en su mezcla de idiomas y tras una pequeña conversación, Michel, la lider del grupo nos dijo que se negaban a bucear con ese barco, preferían volver y que buscáramos un barco decente para poder bucear.

En la playa del dive center hicimos dos inmersiones preciosas en el arrecife de coral que calmaron a todo el mundo, cuando nos despedimos hasta el día siguiente les prometimos que encontrarían un barco mucho más amplio y confortable para el resto de la semana.

Le pedi a Rafiky que se quedara para que organizaramos junto a Maya el plan del día siguiente y viéramos los fallos que habíamos tenido y cómo conseguir que los clientes estuvieran a gusto, pero con otra gran sonrisa y una de esas frases tipo “keep the spirit man” me dijo que el se iba con los clientes, que nos veíamos por la mañana.

Nuestro barco de pesca...

Nuestro barco de pesca…

En el dive center se quedo Maya hasta que conseguimos cerrar el trato con el nuevo barco, se trataba de un barco pesquero con una gran cubierta que parecía ser la solución.

Cuando parecía que aquél fatídico día había terminado aparecieron en una pick up las 33 bombonas del día siguiente. En ese momento cerré el círculo de información que me permitía calcular la relación de horas y peso que iba a soportar mi espalda en los próximos cinco días.

La rutina era:

  • Amanecer a las 7.
  • Ducharte a cazos de agua fria.
  • Calentar agua para los termos de cafe y te.
  • Saludar a Rick, que ya estaba en la puerta fumando uno de esos cigarros de clavo, a su estilo basto de poblao, con un par de gritos en su idioma “Pagiiiiii Rickiiiiiii apa kabarrrrrr rataaaaaaaa!!!”
  • Preparar los snacks.
  • Montar cada bcd y regulador en su bombona y llevarlo al barco, sin carrito ni nada, a pulso mañanero, cruzando la carretera en la que todos los fans de Valentino Rosi hacen curvas en motos de chapa, hasta bajar a la playa a ver dónde han podido atracar el barco, que esa es otra.
  • Llegada de Maya con alguna noticia de última hora.
  • Bajar al barco también las 23 bombonas restantes para la segunda y tercera inmersión.
  • En este momento verlas venir…. porque cada día pasa algo… (ahora os cuento con detalle)
  • Bucear 1º vez.
  • Cambiar todas las bombonas en el intervalo entre inmersiones.
  • Bucear 2º vez.
  • Cambiar todas las bombonas en el intervalo entre inmersiones y comer rapidito que hay que bucear.
  • Bucear 3º vez.
  • Dormirte con el cuello partido al atardecer en la cubierta del barco volviendo a casa y soñando que te vas a dar un baño caliente (jajaja como no sea a cazos de agua hervida).
  • En la oscuridad de la playa descargar los 10 equipos, las 33 bombonas y el resto del material y llevarlo al dive center a pulso flojo con la fuerza que nos queda.
  • Sonreir a los clientes, ofrecerles un cafe, darles unas toallas secas y mandarles con el espabilado de Rafiki al hotel, ¡Ojo! Digo espabilado de Rafiki porque nuestro compañero con el que se ha de repartir el trabajo a partes iguales es un espabilado, solo entra en la ecuación llevando y trayendo a los clientes, desayunando y cenando con ellos, trayéndonos la comida del medio día y olvidándosele la cena para nosotros cada día, que al tercero casi le muerdo un pie.
  • Con los clientes de camino al hotel y con la ayuda de Ricky y Maya limpiar todos los equipos y tenderlos para empezar esta rutina al día siguiente.
  • Hora de finalización 23h.

Al segundo día de hacer esto Ricky, Maya y yo tuvimos que luchar para que contratasen a un par de chavales con ganas de cargar, nos costó pero lo conseguimos. Vinieron Aldo y un amigo suyo, el tercer día solo para la descarga por la noche y el cuarto y quinto día para la jornada completa.

Nuestra tripulación, con Aldo a la cabeza

Nuestra tripulación, con Aldo a la cabeza

A parte de la rutina invariable de mover equipos y hacer tres inmersiones, aquí me estoy acostumbrando a oir algunas frases que siempre vienen acompañadas de un drástico cambio de planes, como por ejemplo: in process, hora del rezo, on the way, no network, fully book, training time… vamos lo que viene siendo un montón de excusas que siempre terminan en una gran sonrisa con toques de carcajada con la frase “Sorry Mr”

Nuestra experiencia al respecto:

Dia 1: Aparecimos con un barco que parecía una nave espacial. Los clientes nos dijeron que ese no era un barco de buceo, y se les contestó: “Sorry Mr, no hay más barcos de buceo en la isla”. Creo que en el viaje de vuelta al dive center vimos 3 barcos de buceo anclados en la costa.

Día 2: El nuevo barco, de pesca, porque los de buceo son muy caros, debía venir a las 6am y llegó a las 11 con la excusa “Sorry Mr. Es Domingo y teníamos que rezar”, y lo que traían era un resacón… No solo eso sino que la marea había bajado tanto que no se pudo acercar a la playa y tuvimos que cruzar a pulso todo el material por encima de las rocas… inexplicable (ver foto) #pahabernosmatao.

Dia 3: llegaron tarde, pero solo un par de horas, se rompe la escalera y hay que conseguir otra, pequeños detalles sin importancia.

Dia 4: Este día no salíamos cpn el barco desde nuestra playa, el plan era bucear en un volcan submarino cerca de Tolehu y como está bastante lejos nuestro capitán dijo que prefería contactar con un familiar suyo que tenía un barco igual allí para que nos diera servicio.

Cargando la pick up a primera hora de la mañana

Cargando la pick up a primera hora de la mañana

El plan era llevar todo el equipo en una pick up, prepararlos todo y esperar a los clientes.
Ese día nos levantamos a las 4:30 de la mañana, viajamos en la parte de atrás de un pick up durante 3h, llegamos a Tolehu y nadie sabía nada, no había barco, nuestro capitán no cogía el teléfono y los clientes estaban ya de camino. Nos pusimos a buscar un barco con el pick up a toda velocidad entre las aldeas de la costa, mientras tanto los clientes pijos de Singapur hacían tiempo en un puerto que apesta a pescado, de una pequeña villa musulmana donde no hay nada más que pescadores y negocios locales.
Finalmente encontramos un barco de pesca, bastante grande, más que el otro, en una playa donde desembocaba un río asqueroso, el lugar estaba lleno de basura por todos sitios. Cargamos el barco de nuevo por el agua con la ayuda de unos niños y esperamos a los de Singapur que tras la espera en Tolehu abrieron boca para después embarcar en aquella playa llena de vertidos.

Día 5: Empezamos más tarde, hechos polvo por la paliza del día anterior, el barco seguía sin tener un cm de sombra, hacía falta poner un toldo, cosa que les prometimos desde el primer momento, pero el toldo nunca llegó, estaba “in process”.

El barco de pesca que conseguimos para nuestro buceo en el volcán de Tolehu

El barco de pesca que conseguimos para nuestro buceo en el volcán de Tolehu

Las inmersiones fueron muy bonitas, nos centramos mucho en el Muck Dive para que pudieran fotografiar todo tipo de criaturas extrañas, visitamos las dos cuevas Pintukota y Hukurila, y en el volcan submarino cocinamos unos huevos duros. El volcán está a unos 30m de profundidad, hay que bajar deprisa, según te vas aproximando percibes que de la tierra salen muchas burbujas y hay una pequeña hondonada de arena que es la que tiene la mayor temperatura. La técnica es acercarse con guantes, meter los huevos en una red, quitarse una aleta y con ella excavar un poco, con cuidado porque la arena quema, luego entierras los huevos y para no perderlos los atas a una vara de metal que clavas en el suelo a unos metros de distancia. En ese momento hay que dejarlos un máximo de 5min y controlar tu tiempo en esa profundidad también para no llegar al límite de descompresión. Una vez pasados los 5 min los huevos están cocidos, también se pueden hacer patatas en papel albal, pero el papel de aluminio se lo habíamos encargado a Rafiki y todavía esta “in process”.

De camino a Tolehu, a bordo de la pick up, otro deporte de riesgo

De camino a Tolehu, a bordo de la pick up, otro deporte de riesgo

La verdad es que en estos 5 días he vivido muchas experiencias bajo el agua, un día nos sorprendió una fuerte corriente que nos arrastró a todos, la visibilidad era escasa y resultaba difícil mantener al grupo unido, finalmente aparecimos en mar abierto y el barco tardó un buen rato en avistarnos, cuando llegó la escalera estaba rota, hubo que subir por la zona de los motores y como la corriente era fuerte, arrastró los que se quedaron rezagados o no fueron capaces de agarrarse a la cuerda . Mientras unos cuantos subían al barco ayudados por Ricky, a Maya y a mi nos tocó dejar nuestro equipo y tirarnos al agua a sacar a un par de clientes. Me imagino que por momentos como este el dive mastesr tiene que tener el título de primeros auxilios y rescue diver, yo no lo tengo pero Maya les dijo que si y creo que fue la primera vez que nos felicitaron por algo en aquel viaje.

Algunas veces nos ayudaba a cargar este niño, hijo del capitán de nuestro barco de pesca

Algunas veces nos ayudaba a cargar este niño, hijo del capitán de nuestro barco de pesca

Según transcurrieron las jornadas de buceo los clientes de Singapur empezaron a entender la situación y a tener más empatía con Maya y conmigo. Yo también fui detectando, con el paso de los días, el origen de los problemas. Envié un mail a John que tardé en escribir tres noches porque cada vez que lo intentaba me despertaba al lado del ordenado dormido encima de la mesa, se lo envié y le llamé para decirle que tan solo le daba mi punto de vista a la hora de enfrentarse a una reserva de estas características, había cosas básicas que debía cuidar si no quería empezar a perder clientes en Ambon y que se corriera la voz de que su dive center era de lo más precario. Hubo un detalle que me pareció fatal y es que cuando le pedimos tener oxígeno en el barco, algo esencial y obligatorio, nos dijo que no hacía falta.

Tras bucear uno no debe de volar hasta unas 24h después de la última inmersión, así que en el día de descanso los de Singapur nos invitaron a una barbacoa, eso me dijo Maya, yo pensé por fin no me toca trabajar para ellos y me voy a poder tomar unas cervezas. pero no, se referían a que pagaban los ingredientes para que nosotros les hiciéramos una barbacoa en la playa… jejeje. Esa mañana había llegado mi amigo Mat de Jakarta a sacarse el advance de NAUI con nosotros, él es un experto en hacer tortillas de patata así que nuestra aportación fueron 3 pedazo de tortillas una de ellas con choricito picado cortesía de la madre de Mat.

A la BBQ estaban invitados los marineros, los chavales que nos ayudaron con los equipos y como siempre ocurre en este país, un policía que pasaba por allí y el del ayuntamiento que también pasaba por allí y que sin conocer a nadie, con todo el morro llega y se lanza a la tortilla, se abre una botella de medio litro de cerveza y se apalanca desde donde nos pueda vigilar bien, no vaya a ser que nos portemos mal y haya que sancionarnos con otras dos cervezas, ojo!

Ricky era el rey de las brasas, repartiendo cómo y a quién él decía, con su colección de cervezas abiertas que les había ido quitando a los de Singapur según se despistaban un segundo. Con esas cervezas mantenía a su séquito, los marineros y los chavales que si Ricky reía, ellos reían y si Ricky estaba serio todos serios… todo el mundo estaba liberando tensiones tras una semana infernal.

Los de Singapur quisieron terminar la BBQ con fuegos artificiales que Rafiky les había comprado, unos pedazo de barrenos como un bate de béisbol cada uno que debían clavar en la arena, pero como aquí son brutos a más no poder, el más borracho de todo el séquito de Ricky dijo que él lo lanzaba y cual cañonero se sentó encima del primer bate de pólvora, lo encendió y empezó a disparar abanicos de colores al mar y de la misma forma le siguieron otros cuatro locos amantes del riesgo con el resto de la pirotecnia.

Aquella noche acabamos todos borrachos celebrando el fin de la odisea.

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